Manejo a la defensiva

En muchas ocasiones hemos escuchado sobre el manejo a la defensiva; pero, ¿en realidad sabemos en qué consiste esta técnica de conducir? Lo primero que se nos viene a la mente es que se trata de no dejarnos de los demás conductores o de responder a las agresiones, lo que es totalmente erróneo. El manejo a la defensiva es una técnica de manejo basada en una serie de hábitos que debemos tener cuando conducimos un vehículo.
Estos hábitos deben hacerse una costumbre en todo conductor, que le permita siempre estar preparado para tomar las debidas precauciones y así evitar un accidente o contratiempo cuando conduce un vehículo, cualquiera que éste sea. Siempre debemos estar prevenidos ante lo inesperado, alertas ante cualquier situación que se nos pueda presentar y poner toda la atención al conducir.
Se piensa que el manejo a la defensiva es tener la habilidad para sortear obstáculos al conducir, pero esto está muy alejado de la realidad. El manejo a la defensiva es conducir prudentemente para que no se presente algo inesperado al conducir, o un peligro que sólo por una habilidad personal podamos eludir.
Esta técnica está compuesta por una serie de reglas que debemos cumplir siempre que manejemos un vehículo; manejar responsablemente, siempre de manera opuesta a la imprudencia, lo cual implica que tanto el conductor como el vehículo se encuentren en óptimas condiciones; nunca debemos conducir cuando no se cumplan estas reglas.
Los beneficios que obtenemos con el manejo a la defensiva son, en principio: seguridad para nosotros mismos, para quienes nos acompañan, para los demás usuarios de las vías públicas y para nuestro vehículo; la seguridad de que llegaremos con bien a nuestro destino, sin contratiempos, y como consecuencia, nos traerá ahorro de tiempo, energía y dinero, confianza por parte de nuestra familia y de nuestra empresa de que siempre cumpliremos con nuestra labor; en fin, obtendremos muchos beneficios con este tipo de manejo.
Esta técnica de manejo es un todo; no se limita únicamente al momento en que el vehículo va circulando, inicia desde el momento en que tenemos la capacidad y aptitud para conducir, el que nos encontremos en perfectas condiciones físicas y anímicas, que nuestro vehículo pueda trasladarnos de manera segura y eficiente a nuestro destino, que se cuente con la autorización para circular, tener conocimiento sobre la regulación del tránsito y la ruta que vamos a tomar, conducir de manera responsable y precavida hasta el momento de llegar a nuestro destino y nos bajemos del vehículo. Quizá usted crea que esto es una exageración, pero no es así; esta serie de reglas que debemos observar nos traerán como resultado muchos beneficios y, sobre todo, la seguridad de viajar sin tener sorpresas desagradables.
Para iniciar una buena conducción, lo primero que debemos verificar es que el vehículo a conducir se encuentra en perfectas condiciones, esta verificación se debe realizar en dos momentos, el primero de ellos, se lleva a cabo en las instalaciones de la empresa y consiste en una Inspección físico mecánica, la segunda se le llama inspección previaje, la primera se lleva a cabo al vehículo de manera regular, mucho antes de realizar un viaje, y se encuentra regulada para el transporte a través de la Norma Oficial Mexicana “NOM-068-SCT-2-2014 Transporte terrestre-Servicio de autotransporte federal de pasaje, turismo, carga, sus servicios auxiliares y transporte privado-Condiciones físico-mecánica y de seguridad para la operación en vías generales de comunicación de jurisdicción federal”; la segunda consiste en una inspección del vehículo consistente en checar el inflado de los neumáticos, los niveles de aceite, de anticongelante, líquido de frenos, plumas de los limpia parabrisas, etc.
Realizada la verificación del vehículo, verificamos al conductor, es decir que nuestra salud esté en perfectas condiciones; si utilizamos algún dispositivo (como aparatos para escuchar, anteojos de aumento, etc.), que se encuentren en perfectas condiciones, y, en la medida de lo posible, contar con uno de repuesto, por cualquier imprevisto.
Nunca debemos conducir bajo los efectos de ninguna bebida alcohólica, ni de algún medicamento que provoque alteración al sistema nervioso. Tomar y manejar es muy peligroso. Muchos conductores que toman, tienen ideas erróneas sobre las consecuencias de las bebidas embriagantes; algunos piensan que el tomar alguna bebida alcohólica no les afecta, ni disminuye su capacidad para conducir; otros, por su parte, señalan que cuando manejan en estado de ebriedad ponen mayor atención al conducir y, por lo tanto, manejan mejor. Estas ideas son totalmente falsas.
Al tomar bebidas alcohólicas, nuestras reacciones se vuelven más lentas, especialmente frente a una emergencia; el alcohol afecta el juicio, la visión, la coordinación y el tiempo de reacción, es causa de graves errores. Las estadísticas de accidentes no mienten, la probabilidad de un choque es mucho mayor entre conductores que han estado bebiendo, que entre los que no beben. Evitemos conducir bajo los efectos del alcohol, podríamos perder muchas cosas debido a ello.
Cuando realicemos viajes largos, no debemos tomar medicamentos en los cuales se advierta que no se debe manejar, como los que utilizamos comúnmente para la gripe. Es preferible que maneje con los efectos del resfriado, a los que le puede provocar el medicamento.
Asimismo, al realizar viajes largos, debemos haber descansado muy bien. Procuremos realizar el viaje dentro de las horas en que normalmente nos encontremos despiertos; evitemos conducir en las horas en que por lo regular dormimos. Es común que cuando realizamos un viaje largo y nos comienza a dar sueño, pensamos que falta poco para concluir y nos esforzamos por llegar a nuestro destino. Esto es sumamente peligroso, a los primeros síntomas de sueño, busquemos un lugar seguro lo mas próximo posible para descansar.
Una vez que sabemos que nos encontramos físicamente aptos para conducir, el siguiente paso es verificar nuestra documentación y la del vehículo (y, en su caso, de la carga), licencia para conducir, tarjeta de circulación, pólizas de seguros, mapa de la ciudad o de carreteras, teléfonos de emergencia (policía, casa, oficina). Reflexionemos en que la falta de alguno de estos documentos nos puede acarrear contratiempos, ya sea por la detención de la autoridad, o por una descompostura o accidente. Imaginemos que por alguna causa un agente de tránsito nos detiene, la falta de algún documento traerá consigo un retraso por la inspección o levantamiento de alguna infracción. Tal retraso repercute en el tiempo de llegada a nuestro destino; en muchas ocasiones, esto provoca que tratemos de ajustar el tiempo perdido, imprimiendo mayor velocidad al vehículo.
Otro punto importante es conocer la ruta que vamos a tomar para llegar a nuestro destino. En este caso siempre es recomendable informarnos con las autoridades acerca del estado físico del camino, y si la ruta no se encuentra en reparación o cerrada por alguna circunstancia. También debemos informarnos sobre las rutas alternas, si es segura la carretera en cuestión de asaltos, saber del tiempo aproximado que nos tomará para llegar (siempre pensando en una velocidad moderada), las paradas que realizaremos y, en su caso, el tiempo para tomar algún alimento, abastecer combustible y, cuando la distancia es grande, para tomar algún descanso, el cual siempre es recomendable después de un cierto tiempo de conducir. Nunca debemos llevar el tiempo limitado; debemos contar en nuestro programa de viaje con un tiempo de sobra o ajuste.
Antes de encender el motor, debemos verificar las condiciones del vehículo, el equipo con el que debe contar y su funcionamiento, luces, direccionales, presión de los neumáticos recomendada por el fabricante, limpiadores, extinguidor. Siempre es recomendable traer fusibles de repuesto, verificar los niveles de aceite y agua, aun cuando el sistema del vehículo los indique, la batería, las bandas, la llanta de refacción y las herramientas.
Una vez revisado el vehículo, debemos ajustar espejos, abrocharnos el cinturón de seguridad, cerciorarnos de que todas las puertas del vehículo estén debidamente cerradas, no dejar en el piso ningún objeto que con el movimiento, pueda causar molestias al conducir. Los objetos que dejemos en el piso, cuando vamos en movimiento, pueden deslizarse e incrustarse debajo de los pedales, lo cual nos impedirá accionarlos, provocando distracción, dificultad para quitarlos o un accidente. Otra práctica común es que utilicemos el tablero del vehículo como escritorio, y poner objetos sobre él, esto es sumamente peligroso. Se han presentado accidentes muy graves por causa de ello. Al tomar una curva o realizar un giro el vehículo, los objetos que no se encuentran fijos en el tablero se desplazan de manera muy rápida, y se pueden incrustar entre el tablero y el volante, impidiendo que éste se mueva, con las consecuencias lógicas de ello.
Cuando hayamos realizado lo anterior, estaremos preparados para encender el motor de nuestro vehículo e iniciar nuestro viaje.
Recordemos que si algo desagradable nos ocurre es porque, consciente o inconscientemente, nosotros quisimos que así sucediera. Muchas veces cometemos errores al conducir, que, en la mayoría de los casos, no tienen consecuencias, por lo que continuamos cometiéndolos. Pero un mal día, esos mismos errores pueden llevar a una situación grave y ya nada va a ser igual.